martes, 14 de diciembre de 2010

Cuando logro escapar de mi cárcel interior, recurro a las armas del enamoramiento para entregarme por completo a Juliana.
Ella es la persona que hoy me acompaña en mis días larguisimos, tristes y solitarios, ella tiene la valentía suficiente para no alejarse ni cambiarme al primer desliz emocional que me separe.
Espera paciente que mi locura se calme, y sin preguntarme nada, me recibe nuevamente con el abrazo cálido que la caracteriza.
Debería agradecerle, porque sin siquiera el mínimo reproche, no pregunta, ni reclama.
Es muy generosa, o simplemente se encuentra en la misma situación que yo, y por eso puede comprenderme, sin juzgarme.
Es bella, y cuando la tengo conmigo no puedo dejar de observar cada movimiento, cada uno de sus gestos, su sonrisa, su mirada, su piel.
Y cuando guarda silencio o la veo pensativa, comparto esos espacios en blanco, donde los dos tenemos cosas que contarnos.
Por momentos la siento como una prolongación de mi pena, como si ella en ese espacio silencioso comprendiera una a una mis agonías y en su generosidad hacia mi, estuviese consolándose a si misma.
Sé que sufre por amor, se que hay alguien que la hizo sufrir mucho, la lastimó y la abandonó a su suerte.
Quisiera curarla.
Tan frágil, en su contextura pequeña, maldigo a quien pudo lastimarla, abusivamente condenarla a este sufrimiento silencioso y cabizbajo.
Desatando mi mayor violencia, lo buscaría para golpearlo, aunque seguramente ella se enfrentaría a mi violencia para protegerlo...
Ella merece que la ame, que la cuide y la respete.
No debe sufrir ni lamentarse mas, merece ser feliz.



Desearía leer eso de vos, y no tener que haberlo leido de otro cuerpo.

Culpo a mi alpedismo y a mis actitudes por estar en este lugar hoy. Lamento no poder dedicarte ninguna culpa, por que nadie mas que yo es culpable de este momento de mierda, y que se hace prolongado, que por mas que hayan minimas cosas buenas, las malas son muchas y acumulatgivas, pasan por arriva a mis minimos momentos buenos, auqnue intento que sean enooorme y puedan taparme el dolor que me significa, hoy por hoy, vivir...

Extraño hasta el moo de mi antiguo baño. Extraño hasta el olor a pis del gato...
Extraño eso y tambien nuestros cuerpos cansados recien levantados de dormir en nuestra cama de una sola plaza, para ir a desayunar y despedirnos al irnos al trabajo. ESO era vida... o almenos la que para mi era vida...

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