jueves, 9 de octubre de 2008

Nacidos para perder...

Devo, pero no quiero
No me pueden pedir que actue en contra de mis sentimientos
no me pueden pedir represión
No me pueden pedir que lo odie, por que yo lo quiero
no me pueden presionar a no fascinarme con volver a verlo, por que lo quiero volver a ver
No me pidan que no see volver a verlo, por que yo quiero volverlo a ver...

Yo quiero, yo no quiero, yo necesito... yo no necesito
es toda una contradicción y aunque no estemos destinados a estar juntos, yo no quiero vivir separados...
Basrante me tortura la distancia, bastante tengo que bancarme haberlo dejado en aquella avenida aquella noche... no quiero perderlo, me niego a perderlo, me niego a dejarlo...
No quiero, no puedo...


Lo nuestro duró
lo que duran dos peces de hielo
en un güisqui on the rocks,
en vez de fingir,
o, estrellarme una copa de celos,
le dio por reír.
De pronto me vi,
como un perro de nadie,
ladrando, a las puertas del cielo.
Me dejó un neceser con agravios,
la miel en los labios
y escarcha en el pelo.






yo quería quererla querer
y ella no.
Así que se fue,
me dejó el corazón
en los huesos
y yo de rodillas.
ç






Y regresé
a la maldición
del cajón sin su ropa,
a la perdición
de los bares de copas,
a las cenicientas
de saldo y esquina,
y, por esas ventas
del fino Laina,
pagando las cuentas
de gente sin alma
que pierde la calma
con la cocaína,
volviéndome loco,
derrochando
la bolsa y la vida
la fuí, poco a poco,
dando por perdida.






Me abandonó,
como se abandonan
los zapatos viejos,
destrozó el cristal
de mis gafas de lejos,
sacó del espejo
su vivo retrato,
y, fui, tan torero,
por los callejones
del juego y el vino,
que, ayer, el portero,
me echó del casino
de Torrelodones.


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